Mario Bich, era un ingeniero futurista. A Mario le
gustaba todo lo que fuera moderno. Las máquinas, la tecnología y la velocidad.
Inventor incansable e imaginativo que supo inculcar sus inquietudes a su único
hijo, Marcel Bich.
Marcel estudió en Madrid y París. Al joven Bich le
encantaba crear todo tipo de artefactos, aunque solo fuera para que existiesen
en su cabeza. En 1934 empieza a trabajar en una empresa de artículos de oficina
y cinco años más tarde llegaría a ser el director de la empresa.
Su gran espíritu de superación sólo podía verse truncado
por un gran acontecimiento, como lo fue la 2ª Guerra Mundial. Una vez acabada
la gran guerra ya nada pudo detenerle. Lo primero que hizo fue comprar una
fábrica de artículos de oficina a un amigo arruinado. Su gran sueño: una bola
metálica. Algo aparentemente tan nimio le valió su fama. Basándose en el diseño
del birome, consiguió una punta que regulaba el flujo de tal forma que acabó de
una vez por todas con los dichosos borrones. Escribir nunca fue tan fácil.
Faltaba ponerle nombre a la criatura. En un principio
decidió llamarlo "Bich", pero al tener una escritura muy parecida a
la palabra inglesa "bitch" (puta, perra) al final se quedó sin la
hache, "BIC".
En 1953 salió de la fábrica el primer bolígrafo Bic y la
primera palabra que escribió fue "ÉXITO", la más acertada. La
producción era de 10.000 unidades diarias, tres años más tarde creció hasta las
250.000 unidades. Su creación era cada vez más popular. Ningún lugar del mundo
se resistía a esta maravilla que puede escribir hasta tres mil metros de
palabras.¡Gracias, Bich!
La razón de que esta empresa comercialice objetos tan
dispares como mecheros y cuchillas de afeitar se debe a que ambos también
fueron invención de la visión consumista de Marcel Bich. Todos tienen algo en
común si nos paramos a pensarlo: son desechables.
El ingenioso Barón Marcel Bich murió en 1.994, a los 79
años de edad, después de casarse tres veces y traer al mundo a once hijos. Su
logro, 15 millones de bolígrafos vendidos diariamente en todo el mundo. Qué
grande es ser desechable.
Ya en la década de los 70s BIC domina totalmente Europa y
llega a México en 1973 ampliando su horizonte a Centro América en 1975
estableciendo su base en Guatemala. En México, en menos de un año, logra el 45%
del mercado gracias a su diseño, desempeño, duración y calidad. BIC lanza al
mercado el Encendedor de flama ajustable con una gran calidad y funcionamiento,
logrando un enorme éxito. No contentos con revolucionar el mercado de
encendedor, BIC lanza su rastrillo desechable; siendo hoy en día uno de los productos
de mayor éxito en el mercado.
Llegan los 80s. BIC reconoce su crecimiento en la
industria y adquiere una subsidiaria llamada BIC Sports que fabrica veleros,
siendo hoy en día el número uno en ventas alrededor del mundo. BIC México
cambia su razón social a “No Sabe Fallar, S.A. de C.V.” transformándose en el
slogan de nuestra marca.
Los 90s traen consigo un mayor crecimiento para BIC con
la adquisición de las empresas Wite-Out Products, Inc. y Tipp-Ex preparando así
el lanzamiento de una completa gama de correctores; SHEAFFER con artículos de
escritura de primera categoría y crea los bolígrafos Wide Body y los portaminas
Great Erase y Softsider, así como también el Marcador Permanente. BIC México
lanza al mercado su revolucionaria línea Conté de Lápices de Colores y Lápices
de Grafito sin madera.
¿Sabes para qué
sirve el pequeño agujero lateral de un bolígrafo BIC?
Todos los días, miles de bolígrafos BIC son vendidos en
todo el mundo. Son un completo éxito, por decir lo menos, por lo que no es de
extrañar que encontremos estas útiles herramientas de escritura a donde quiera
que vayamos.
Eso sin contar que resulta prácticamente imprescindible
tener uno en la mochila, en la oficina, en el auto, etc… ya sea mordisqueados,
quebrados o sin la tapa, siempre tenemos un bolígrafo BIC al alcance de la
mano.
Resulta curioso saber que la inspiración para crear esta
pluma esferográfica vino de László Bíró, un periodista de origen húngaro que
estaba harto de tener que llenar la pluma estilográfica y esperar hasta que la
tinta secara después de escribir. La idea de esta invención vino cierto día que
observó una bola rodar sobre un charco de agua, dejando un rastro del líquido
por donde quiera que pasaba. A partir de ahí, se reunió con su hermano György,
que era químico, para inventar un aversión comercialmente viable de dicho
objeto.
En el año 1938, los hermanos Biró patentaron el diseño,
cuya característica única era una pequeña bola en la punta, que al rodar
liberaba tinta del cartucho. Aunque hubo versiones anteriores de las plumas
esferográficas, la mayoría terminó fracasando porque presentaban fugas,
sequedad y problemas en la liberación de la tinta. Dos años después, los
hermanos Biró comenzaron a vender licencias del diseño a los fabricantes de
Estados Unidos e Inglaterra y en muy poco tiempo la historia de los bolígrafos
BIC había comenzado.
El secreto de los agujeros.
En el año 1950, un fabricante francés de plumas llamado
Marcel Bich lanzó su primero modelo sobre la licencia de los hermanos Biró.
Como precisaba de un nombre para su producto, el empresario adoptó su propio
apellido con una sutil diferencia y creo el “BIC Cristal”; además, resolvió
algunas fallas implícitas en el diseño de los Biró, dando inicio a una
producción en masa de muy bajo costo.
Para controlar mejor el flujo, Bich invirtió en
tecnología suiza para conseguir una esfera que le permitiera a la tinta fluir
libremente. También alteró la viscosidad de la tinta para evitar las fugas y el
resecado. En este mismo tiempo surgió el enigmático agujero que se encuentra al
lateral de todos los bolígrafos de BIC.
Por más inútil que sea su apariencia, ese diminuto
agujero sirve para igualar la presión atmosférica dentro y fuera de la pluma.
Sin este, sería imposible usar de forma correcta el objeto dentro de un avión o
en la cima de un edificio muy alto, por ejemplo. Una diferencia en la presión
atmosférica entre el interior y el exterior provocaría que la pluma “explotara”
– y todos sabemos la suciedad que resulta cuando eso pasa.
Según la FAQ en el sitio de BIC, cerca del 90% de todas
las plumas producidas en la actualidad cuentan con este recurso para evitar los
derrames. Pero BIC también tiene otro agujero enigmático en su haber: en el año
1991, a la pluma también se integró un agujero en la tapa, cuya finalidad no
era la de aumentar o mejorar el rendimiento del producto, sino la seguridad de
sus usuarios. Las tapas poseen un agujero en la punta en cumplimiento de una
norma de seguridad internacional que pretende evitar el riesgo de que los niños
(y también los adultos desprevenidos que las mastican) se sofoquen con la
pieza, ya que este agujero permite el paso de aire en caso de que sean
ingeridas.
Si se quieren informas más sobre los genios que dieron a vida a cosas que a diario utilizamos,les recomiendo el libro “El perfil de los genios”.
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